Sucio capitalista
10 diciembre, 2023

No lo viste venir

 

 

Whatsapp es mucho más que el multicitado caso de éxito por todo aprendiz de emprendedor que añora emular a un puñado de ingenieros que vendieron su App al señor Zuckerberg en miles de millones de dólares. Es el chismógrafo digital más socorrido por el pueblo de México.

Cuántas telenovelas podrían adaptarse con tan solo tomar nuestras conversaciones en los diversos grupos en los que participamos. Por ejemplo, si me tomara la molestia en transcribir los textos del grupo “Familia”, no le pediría nada a la obra maestra de Carlos Olmos “Cuna de lobos”.

Mismo caso si tomara de referencia el grupo de mis ex compañeros de Los Legionarios de Cristo. Incluso el Marqués de Sade se ruborizaría.

O cuántas series de espionaje y/o enredos amorosos engrosarían el catálogo de Netflix gracias a las innecesarias funciones de esta aplicación que son auténticas bombas de relojería para los usuarios: la doble palomita azul (me dejó en visto), la doble palomita desactivada (¿de quién se estará escondiendo?) y los mensajes borrados (¿qué barbaridad habrá escrito?).

Es por esto que el señor Zuckerberg en realidad es un visionario y no un estúpido al que timaron con una aplicación gratuita. Su modelo de negocio está muy claro (al menos para un servidor), mientras Apple (disque muy innovadores) sigue derrochando millonadas en series de televisión y coleccionando fracasos en taquilla (aún de la mano de Scorsese y Scott), él tiene clarísimos sus próximos proyectos que lo llevarán a la cima del hombre más rico del mundo: Metanovelas y Metacine.

 

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