Sucio capitalista
1 febrero, 2024

El poder del manager

 

 

El pasado lunes se celebró el Día Mundial del “Community Manager”, lo cual no pudo más que sorprenderme, tanto como cualquier otro oficio marcado en el calendario que tenga que celebrarse gracias a que existe el trabajo “Conmemorador de cosas absurdas los 365 días del año”.

De inmediato mi cabeza trajo vívidos recuerdos cuando ejecuté este trabajo en otra época de mi vida. Lo primero que recordé fue lo que tuve que hacer para poder conseguirlo. Como todos los oficios creados tras la invención del Internet, me vi en la necesidad de googlearlo para descifrar su significado, y lo más importante, develar las tareas que debía realizar para poder aparentar ser un profesional de la materia en mi entrevista de trabajo.

También recordé el único caso de éxito conocido en este oficio, y por conocido entiéndase, que aún permanece en mi memoria, es decir, el de un motel ubicado en la periferia de la ciudad, que gracias al crecimiento desmedido del área urbana, los lugares secretos para encuentros clandestinos pasaron a ser del dominio público.

¿Qué hacer entonces para convocar a los amantes sin que sus dobles vidas terminen siendo escándalos familiares? Respuesta: recurrir a la técnica infalible de meter al becario dentro de una botarga.

De un plumazo el nuevo embajador del motel fue un guacamayo antropomórfico, y el éxito no tuvo parangón, tanto, que las parejas formales hacían fila para retratarse con la botarga como testigo mudo de que la llama del amor seguía ardiendo, sin la lúbrica intervención de Martita, la de créditos y cobranzas.

Este milagro empresarial se debió, en gran medida, a la agilidad mental del encargado de las redes sociales, el o la “Community Manager”. Supo darle voz a un personaje a través de juegos de palabras ingeniosos y dobles sentidos, conectando de inmediato con una comunidad en busca de emociones ardientes. Si esto hubiera ocurrido en una gran metrópoli en lugar de una ciudad sureña de provincia, el motel exhibiría orgulloso varios leones de Cannes en sus habitaciones.

Pero como todo en la vida, hay una cara opuesta a la moneda. Y esa otra cara, por lo general, es una mala copia de la primera. En la misma provincia del sur, el o la “Community Manager” de una cadena de puestos ambulantes de hot dogs pensó que una magnífica idea para comunicarse con su audiencia era emular el lenguaje lascivo y cargado de albures de la botarga emplumada.

El resultado: los amantes de la comida callejera cambiaron radicalmente y para siempre sus hábitos de consumo debido a que nunca más pudieron ver con los mismos ojos las salchichas que se metían a la boca.

 

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