Leer para creer
27 diciembre, 2023

Edita

 

 

El arte de la edición, tal como lo expresó Steve Jobs, se encuentra en la habilidad de decir “no”. Su éxito, afirmaba, residía en las numerosas ocasiones en que supo podar lo superfluo de su vida.

Sin embargo, la naturaleza humana insiste en exprimir agua de las rocas, aferrándonos a lo imposible, como anhelar un día de 48 horas. A menos que seamos personajes de una trama ficticia, debemos aceptar que el día consta de 24 horas, ni un segundo más, ni un segundo menos. El dilema surge a medida que nos sumergimos más en la red de conexiones y nos enfrentamos a un océano de información al alcance de nuestras manos.

Resulta escalofriante la oferta de entretenimiento al otro lado de la pantalla. A pesar de ello, celebro la posibilidad de disfrutar de un partido de fútbol de la quinta división chipriota o descubrir el último spin-off en el inconmensurable (e innecesario) universo de “Star Wars”. No obstante, lo aterrador radica en la necesidad de decidir, pues es humanamente imposible abarcarlo todo. Y esto solo en materia de entretenimiento; en el ámbito de las interacciones humanas, resulta que somos los más guapos del barrio (así lo avalan nuestros 50 grupos de WhatsApp).

Jobs estaba en lo correcto: todo se reduce a la edición. Es esencial aprender a seleccionar los libros que leeremos (“La conjura de los necios”, “Cien años de soledad”, “Los detectives salvajes”, “La tía Julia y el escribidor”, “Las Muertas”), las series que visualizaremos (“The Sopranos”, “The Wire”, “Better Call Saul”, “Peaky Blinders”, “Succession”) y las amistades que decidiremos cultivar para nuestro futuro (cuéntalas con los dedos de una mano, el resto te abandonará).

La vida, en su esencia, es un acto de edición. Si aún albergas dudas, realiza el ejercicio de rememorar tu último trabajo o relación duradera: tu cerebro proyectará una secuencia de recuerdos, pero no superará el minuto y medio de duración. Más vale aprender a editar, o el tráiler de tu vida podría convertirse en un somnífero, en el mejor de los escenarios.

 

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