Sucio capitalista
2 noviembre, 2023

Antes que llegue

 

 

En la prehistoria del Internet se suponía que era “alguien”. Tenía un blog con sede en un pueblo con mar, donde, junto a entrañables amigos logramos hacer algo extraordinario que en ese entonces no sabíamos se llamaba comunidad. Nuestra competencia era Sopitas. Así de buenos éramos, tanto como para no saber cómo hacer dinero y vivir de lo que amábamos.

Me mudé y deambulé en el anonimato más de una década ejerciendo trabajos impresentables hasta volver a reunir a otros artistas, y un lustro más tarde repetir el milagro de algo que ahora sé se llama comunidad. Es decir, personas que se identifican y sienten representadas por el trabajo que haces.

Nadie quiere nuestras historias impresas en papel, las prefieren en algodón.

<<Le diagnosticaron cáncer a mi tío preferido, esta playera hace alusión a un juego que tenemos entre los dos. Voy a regalársela antes que sea tarde>>.

Fuera de la comunidad es difícil, por no decir imposible, explicar a la gente que en realidad me gano la vida contando historias.

<<Pero lo que tú vendes son playeras, ¿no?>>, me corrigen.

Y yo les digo que sí, vender playeras es el resorte que me impulsa todos los días a salir de la cama, no vayan a tomarme por loco si digo lo que en realidad pienso: vivo del arte porque es capaz de arrancarte de las garras de la muerte, o cuando menos, dejarte morir en paz.

 

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