En unas horas se celebra el Día de San Valentín, alias el Día del amor y la amistad, y no es un secreto para nadie que es una festividad inventada por el capitalismo rampante como excusa para demostrar el amor y la amistad vaciando nuestros bolsillos, pues en el capitalismo rampante todo hay que demostrarlo (hasta los sentimientos) de manera contante y sonante.

Desde mi modesta perspectiva, el Día de San Valentín podría ser una fecha mucho más memorable si adoptara ciertos matices que tomen inspiración en películas como La Purga. Claro, con un pequeño giro de tuerca: en lugar de tener 24 horas para cometer homicidios sin consecuencias legales, tendríamos pase libre para piropear, manosear e incluso tener relaciones sexuales con aquellos transeúntes que despierten nuestros instintos más bajos.

¿Se imaginan el escenario? Por supuesto, ocurre a diario en México. Y al igual que en La Purga, las mujeres experimentan un temor absoluto cada vez que ponen un pie en la calle.

De nada, Netflix, ahí tienen su próximo blockbuster del verano. Naturalmente, para que mi propuesta tenga un impacto a nivel internacional, habría que hacer algunas adaptaciones en el guión. Por ejemplo, podríamos cambiar el género cinematográfico, transformando el terror en una comedia romántica. Y para lograrlo, podríamos colocar como protagonistas a una pareja perfecta (él podría ser un comediante poco agraciado, mientras que ella, por supuesto, tendría que ser una supermodelo) frente al dilema recurrente que se presenta cada 14 de febrero: ¿tocar el timbre del vecino soltero y musculoso, dispuesto a tener encuentros románticos con cualquiera que se atreva a llamar a su puerta?

Mientras Netflix materializa esta idea millonaria, en el mundo real, comencemos por dejar de ser el imbécil que toca el claxon al ver a un transeúnte caminar en la acera.