Perdone usted si protesto
31 marzo, 2024

Un mundo estéril

 

 

En un mundo donde la proliferación de niños parece ser la única medida de sentido, Alfonso Cuarón, al estilo de una profecía cinematográfica, nos presentó hace casi dos décadas en su adaptación de Children of Men, la premisa desconcertante de la esterilidad femenina sin razón aparente.

Esto, que puede verse como un mundo distópico, una visión apocalíptica del comportamiento humano ante la cruda realidad de no poder engendrar descendencia, en la actualidad los países nórdicos dicen: “hola, buenas tardes, nosotros lo estamos haciendo por voluntad propia y no somos tan grises, fríos e infelices como nos pintan.”

En Latinoamérica, en cambio, parecemos multiplicarnos como Gremlins. Envueltos en la pasión, apelamos al infalible proverbio de “solo la puntita” y en un abrir y cerrar de ojos nos convertimos en la prole numerosa y bulliciosa de la familia Telerín.

Ya sea por aburrimiento, crisis existenciales o puro masoquismo autoimpuesto, encontramos en la reproducción un remedio efímero para el vacío interno. Nos esforzamos por moldear una nueva generación a imagen y semejanza, pero en versión “mejorada” de nosotros mismos, intentando pasar por todos los traumas posibles para que alcancen las metas que nosotros fuimos incapaces de lograr.

En este punto del texto, los padres que decidieron conscientemente tener hijos asentirán, comprendiendo la elección de no reproducirse como una decisión legítima. Sin embargo, la mayoría abrumadora, al enterarse de mi elección de no tener descendencia, parecen a punto de desmayarse de espanto.

“Solo conoces la verdadera dicha cuando experimentas la maravillosa aventura de la paternidad…”, me aleccionan aquellos cuyas réplicas en miniatura convierten el comedor en un escenario de caos digno de El señor de las moscas.

Mi esposa opta por un camino de sabiduría mucho menos espinoso que el mío, que sin embargo desemboca en las mismas caras de horror en sus interlocutores que cuando me preguntan a mí por qué no tengo hijos, con la sutil diferencia de que su argumento se sostiene en la mentira de que le encantaría tener más hijos que Angelina Jolie, pero desgraciadamente sus ovarios están más secos que el desierto de Dune.

Es en ese precioso instante en el que puedo acariciar el destello de envidia dirigido hacia mi esposa por parte de aquellos autoproclamados padres del año.

 

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