Un león ve a un jabalí y se lo come. Punto. Es un hecho. El ser humano, sin embargo, ha sido adiestrado para mirar en Tik Tok a un león y a un jabalí durmiendo juntos en el sofá de una casa o cantando “Hakuna Matata” en películas animadas.
Créanlo o no, existen cosas irreconciliables que, en contracorriente a los datos duros, nos hacen ver lo imposible como posible. Ejemplo: Coca-Cola y el deporte. Esto se logra patrocinando los Juegos Olímpicos y cualquier evento deportivo, aunque tu producto tenga a la población encadenada a la obesidad.
Sin embargo, la alteración de la realidad más efectiva se logra convirtiéndonos a nosotros mismos en sus cómplices o coautores.
¿Recuerdan cuando los popotes eran tan perversos como Rusia, es decir, el enemigo público número uno del mundo?
Antes de ser enclaustrados por la pandemia, si pedías un popote, meseros y comensales a tu alrededor te miraban como si fueras un agente de la KGB.
Bien pensado, la de tortugas (y fauna marina) que se hubieran salvado si esas miradas se las hubieran dirigido a las petroleras en vez de al sujeto que un día pensó: <<Qué pereza levantar mi vaso de la mesa, inventaré algo que evite el desgastante ejercicio de beber Coca-Cola>>.