Mala Racha es la novela que indignó a toda una ciudad, tanto, que hermanó a sus habitantes en conspirar por el asesinato del autor. Se publicó en España en diciembre del año 2012. En pocos días se agotaron todos los ejemplares. Sin embargo, el camino no fue fácil. Durante meses, ninguna casa editorial estuvo dispuesta a ensuciar su buen nombre con la publicación de una historia tan sórdida.
Incluso ya impresa, los intelectuales se avergonzaron de ella. Intentaron asfixiarla. Enterrarla en el olvido.
Fue imposible. Quienes la leyeron, quedaron marcados para toda la vida. Sentían el impulso compulsivo de recomendarla en redes sociales. Al grado de retratarse, orgullosos de su compra prohibida. La mayoría, campechanos, lo cual hace aún más inverosímiles las imágenes.
De inmediato, revistas y periódicos quisieron tener exclusivas. Incluso algunos suplementos nacionales hablaron de ella. Pero, lo que nadie sospechaba, ni siquiera el autor, es que el libro traía consigo (además de una gran historia) una maldición.
Al más puro estilo campechano, o sea, a la inversa de Amityville, la casita que rentaba el escritor intentó advertirle del peligro. Lo protegió cerrando todas las vías de acceso a su interior. Hasta que llegó el cerrajero y pasó lo que tenía que pasar: lo despidieron de su trabajo, se le reventaron los ligamentos de la rodilla y fue operado por un doctor sin un dedo, y, su novia Fiera y su perro lo torturaron todas las mañanas por ser un perdedor desempleado.
Al final, como virus apocalíptico, la maldición se esparció por todo el mundo, sin discriminar sexo o edad, pero ensañándose particularmente con la sociedad campechana.
Para evitar el fin de los tiempos, el autor y la editorial española decidieron jamás volver a publicar la novela, muy a pesar de la avalancha de peticiones de personas ávidas de leer la historia maldita.
A la fecha, incluso hay lectores especuladores y sabios, que esperan pacientes volverse multimillonarios cuando el autor muera. Otros más sensatos, como Fabiola, al comprar el libro y conocer el oscuro secreto que tenía adentro, le ordenó al escritor conservar sellada la publicación en su biblioteca personal hasta nuevo aviso.
Ese día ha llegado hoy, 4 años después, para ayudar a salvar una vida. Marisol Robles es amiga personal del autor y aparece escondida en una de las páginas de la novela. Mala Racha trajo consigo muchas desgracias, pero también rompió uno de los paradigmas más grades que existen en el oficio de la escritura. Gracias a sus ventas, salvó literalmente la vida del autor. Y creemos que puede ocurrir de nuevo. Fabiola ha donado la última copia de Mala Racha para colaborar con su granito de arena para pagar la operación de transplante de riñón de Marisol.
La dinámica es simple. Una subasta. Misma que ha llegado a su fin, dejando como único y gran ganador al misterioso y magnífico:
Los gastos de envío correrán por cuenta nuestra hasta París, Francia.
Si fuiste de las decenas de perdedores, tranquilo, te dejamos un fragmento de la novela que conmocionó a todo un pueblo. Próximamente la segunda edición llegará a causar más escándalo.