Perdone usted si protesto
7 junio, 2016

Yo no fui, fue Teté

pildorita-09

 

Sabrá por qué, pero a los artistas los imaginamos buenos todoterreno. Incapaces de romper un plato. Incurrir en la mínima falta. Inmunes a las tentaciones primarias del ser humano. Los ladrones, los cínicos, los tramposos, son otros. Tienen nombre y apellido: políticos, empresarios y banqueros. En ese orden. Hasta que salen a la luz unos papeles en Panamá.

Los primeros inculpados son los de siempre. La nefanda trinidad antes mencionada. Nos afilamos la lengua, ponemos rictus de indignación, preparamos los argumentos cargados de bilis de toda la vida. Entonces, sueltan el nombre Pedro y el apellido Almodovar y se nos atraganta la bilis. Se rompe la magia al escuchar el nombre Emma y el apellido Watson. Imposible. Calumnias. Ingresamos en la dimensión desconocida.

¿Cómo puede Hermione, la muggle feminista y vocera de la ONU, aparecer codo a codo con señores capaces de vender a su madre por dinero mal habido?

—Lo hice para proteger mi privacidad —dice.

Qué vergüenza. Cuánto dolor sentimos. Y no por la caída del pedestal de nuestros héroes o por descubrir que son igual de tramposos y corruptos que la peor escoria de la humanidad, sino porque son incapaces de reaccionar con la audacia y la complejidad de los personajes que crean e interpretan en pantalla.

—Soy actriz de método —debió ser la excusa—, cuando fundé la sociedad offshore interpretaba a una abominable corredora hipotecaria.

Le hubiéramos creído a pie juntillas. Seguro la postulaban al Nobel de la Paz. Pero no. Su falta de reflejos al sentir la guillotina, además de quitarnos la venda de los ojos, le dio pase directo a los ladrones de siempre para ser aún más cínicos.

—Tranquilo, señor Presidente —dice un abogado en el despacho de la Casa Rosada—, diga el primer disparate que se le venga a la mente, échele la culpa a su padre, qué sé yo, peor que los de la farándula no podemos quedar.

Días después, enjuician a Leo Messi por evasión fiscal por poco más de 4 millones de euros. Su estrategia, aunque parezca broma, es repetir el mal chiste.

—Yo no sabía nada —dice el artista de las canchas—. Nunca se me pasó por la cabeza que mi papá pudiera engañarme.

Puestos en ese plan, no es de extrañar que ahora suene menos ofensiva la cruda verdad dicha por el grueso de la gente:

—Por eso no pago mis impuestos, todos son unos pinches ladrones.

 

2 Comments
  1. Responder
    Maru

    JAJAJAJAJAJAJAJA! ¿Ya ves?, no leo ni escucho noticias, pero de lo bueno me entero tarde o temprano. ¿Que tal con la Emma?

  2. Responder
    Rodrigo Solís

    Insiste en su inocencia, pero… quedaba mejor decir que estuvo mal lo que hizo y que nunca más lo volverá a hacer.

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